El curso de Vitoria en mi opinión, ha sido uno de los más interesantes a los que he podido asistir. No es que se diferencie especialmente del resto de otros seminarios, pero su configuración es bastante única, lo que permite a los asistentes aprender de una experiencia muy personal.
En esta edición no hemos contado con la presencia de maestros japoneses, algo que los asistentes del año pasado ya sabíamos, aunque sin duda su espíritu sí ha estado presente. En cualquier caso, los encargados de tomar relevo en el curso han sido una pequeña delegación italiana compuesta por dos séptimos danes: Zago, el cual debe ser medio español ya, debido a todo el tiempo que pasa en nuestro país, y el que por otra parte ha sido para mí la revelación durante este curso: Murata sensei.
El plantel de maestros del curso lo han completado Antonio Gutiérrez, Agustín Miguel y Jesús González. Gracias a todos ellos hemos podido disfrutar de un curso excelente y sobre todo, con una atención bastante personalizada al dividirse el curso en grupos a cargo de un maestro en concreto.
Hay que señalar la elevadísima participación de kendokas de toda España. No sé el número exacto, pero lo que sí ha quedado patente es que el recinto se nos va a quedar pequeño de cara al año que viene. De hecho, este año hemos estado un poco apretados, sobre todo el viernes, que únicamente contábamos con aproximadamente un tercio del pabellón.
Obviando estos pequeños problemillas, y aunque el curso comenzó el viernes, es el sábado cuándo empezó el seminario propiamente dicho. Como señalaba al principio, una de las principales singularidades del curso de Vitoria es la división por grados de los participantes. En esta ocasión, el que se encargó de dirigir el entrenamiento en el grupo en el que me encontraba, primeros y segundos danes, fue Murata sensei.
He de decir, que ha sido el curso menos físico en el que he participado, ya que la parte teórica ha sido el eje principal de las enseñanzas de Murata. Todo ello bajo un único concepto: Shin-Gan, que en español vendría a significar algo así como “ver con el corazón”. Muchas veces cuando entrenamos nos centramos únicamente en nuestro kendo y tendemos a ignorar al contrario, sobre todo aquellos que tenemos poco nivel, realizando de esta forma una especie de monólogo cuando lo que tendríamos que estar haciendo es “comunicarnos” con nuestro adversario.
Precisamente, el Shin-Gan es aquello que nos permite establecer una relación comunicativa con aquel que tenemos enfrente. No tenemos que actuar de forma automática, todos nuestros movimientos deben tener una razón de ser, pero sobre todo, tienen que estar en armonía con el contrincante. Todo esto que escrito puede sonar fácil, a la hora de la verdad no lo es, ni muchísimo menos.
Sentir al contrario es complicado, y gran parte del seminario fue invertida en que intentásemos aprender esto. No es una cuestión de mirar con los ojos u observar, es algo que va mucho más allá, es establecer una conexión con aquel que tenemos enfrente, y no basta con que nosotros estemos dispuestos a ello, él también tiene que estarlo. La verdad es que todo suena muy elevado, pero creo que todos hemos experimentado esto alguna vez. Siempre hay gente en kendo con la que los ejercicios salen bien, o hacemos gi geikos que nos causan muy buenas sensaciones. Y al mismo tiempo, hay gente con la que parece que nos bloqueamos, nada fluye y parece que todo sale mal.
Alrededor de esta idea estuvimos trabajando todo el fin de semana, lo que al menos en mi caso me sirvió para expandir un poco más la práctica del kendo e intentar comprender un poco más a mis oponentes, pero sobre todo, para intentar mejorar en base a esta idea.
Otro de los momentos clave de este seminario es el campeonato que como siempre cuenta con una afluencia masiva de participantes, lo que sin duda dificulta las labores de organización. He de agradecer a los árbitros y a todos aquellos que ayudaron en mesas y todo lo relacionado con la organización por su trabajo. Sobre todo porque el campeonato se alargó bastante, y arbitrar aunque pueda parecer que no, es una tarea bastante dura. Más allá de estas cuestiones, se pudieron ver algunos combates muy bonitos e interesantes, y la verdad es que los premios fueron muy muy originales.
El domingo suele ser un día bastante duro en cualquier curso. Uno no solo lleva el cansancio acumulado del resto de días, y de noches, así que suelen afrontarse con una mezcla de sentimientos contrapuestos. En esta ocasión, comenzamos por practicar katas, y en mi caso, contar con la presencia de Murata sensei fue algo muy revelador.
Normalmente estamos acostumbrados a ver las katas como algo mecánico, las hacemos y punto, no solemos pensar que detrás de ellas hay un trasfondo importante, pero sobre todo, un motivo por el cual son así. Murata fue desgranando cada kata una a una, explicando las razones de la utilización de cada guardia así como otras curiosidades de las mismas. Todo ello fue realmente interesante y sirvió para culminar un seminario muy teórico, y extremadamente revelador.
Tras acabar con las katas, hicimos algunos ejercicios de kihon bastante básicos y tras ellos, dio comienzo la ronda de gi geikos de despedida con los maestros, para poner punto final a un gran fin de semana de kendo. ¡Nos vemos el año que viene!
Fotografía | Rodolfo J. Santos, Fernando Prieto,